Los integrantes del cuerpo técnico albiazul son vecinos del barrio. Frank Darío Kudelka (DT), Mauro Ceruti (preparador físico) y Raúl Armando (ayudante de campo) charlaron con nosotros sobre sus carreras, su manera de mirar el fútbol y esta gran experiencia de haber devuelto a Talleres a primera división.

Allá por el año 2004, Talleres atravesaba uno de los momentos más difíciles de su historia: se iba al descenso (pese a haber salido tercero), para iniciar un largo periodo de doce años lejos de la primera división, con temporadas en la B Nacional y en lo que hoy es el Federal A.

Curiosamente, ese mismo año se conocían Frank Darío Kudelka – un entrenador por entonces identificado con Unión de Santa Fe – y Mauro Ceruti, un joven preparador físico oriundo de Sunchales. En el club Libertad, de esa ciudad santafecina, comenzaron un equipo de trabajo que perduraría en el tiempo. Años más tarde se sumó a la causa el ayudante de campo, Raúl Armando, con quien Darío había trabajado en Patronato de Paraná en 2003. Ambos se reencontraron en 2010, en otra etapa de Kudelka como técnico de Unión.

Tres para triunfar

De allí en adelante, Darío, Raúl y Mauro han conformado un grupo basado en el trabajo y la amistad. El trabajo los llevó por Corrientes (Boca Unidos, sin Raúl aún), Buenos Aires (Huracán), Santa Fe (Unión) y por Alta Córdoba, con Instituto en la 2012/2013. “Somos medio nómades”, reflexiona Ceruti acerca del peregrinaje por distintas ciudades conduciendo equipos de fútbol. “No obstante, tenemos una cierta estabilidad de dos o tres años en cada club que estamos”, señala Kudelka.

En esta última etapa de sus carreras, quedaron en la historia de Talleres al haber hecho ascender dos categorías en forma consecutiva al club de barrio Jardín, que en cuestión de meses pasó del Federal A a Primera División.

“Nunca es tranqui”

La seña de Mauro, vecino muy cercano a la redacción de La 24, nos da el ok para encontrarnos con el resto del cuerpo técnico, en una sala contigua a la cancha, en la mítica “Boutique” de Jardín. Allí nos reunimos con Frank Darío Kudelka, Raúl Armando y el propio Mauro Ceruti; entrenador, ayudante de campo y preparador físico, respectivamente, de este Talleres de primera. Venían de ganarle a San Martín en San Juan y a Defensa y Justicia en el Kempes.

¿Fueron dos semanas más tranqui con dos victorias al hilo?
Raúl: Nunca es tranqui. Estamos igual de exigidos que cuando no habíamos ganado. Es un esfuerzo de día a día.

¿Este es el pico más alto de sus carreras?
Raúl: Sin lugar a dudas, sí. Además, con muchos resultados positivos. Gracias a Dios en la mayoría de los equipos nos ha ido bien.
Darío: Ellos son mis amigos y compañeros de trabajo y nos conocemos mucho. Cuando nos tocó la oferta de Talleres era un desafío muy grande pero estaba en una categoría que no era la que pretendíamos. Y en ese momento teníamos una oferta profesional más encumbrada.

¿Y por qué eligieron Talleres cuando tenían una propuesta de una categoría mayor?
Darío: Es que era desafiarnos a nosotros mismos, de ver quiénes podíamos ser frente a esta situación (…) Ahora son todas flores, pero cuando llegamos eran todas espinas. La gente estaba muy susceptible, muy incómoda con la posición en la que estaba el club: con toda su historia y jugando el Federal… Era desafiante no solo dirigir en Talleres sino sacarlo de esa categoría. Y bueno, salió bien. Somos medio kamikazes (Risas). Siempre vamos a clubes que están comprometidos.

¿Cuánto incidió el proyecto institucional?
Darío: Si hubiésemos tenido una oferta de otro club del Federal A, con todo respeto, no la hubiéramos aceptado. La tomamos porque era Talleres. Y después sí vinieron de la mano de otras cosas, porque había una estructura incipiente con la llegada de (Andrés) Fassi. Ahí también uno considera los objetivos, la organización, qué se persigue y qué comodidades tenés para trabajar.

Qué onda con los piratas

Por aquellos días también se jugó el clásico rosarino, enfrentamiento donde la violencia lamentablemente ha sido protagonista históricamente. Le preguntamos al cuerpo técnico tallarín cómo se siente la “pica” con el clásico rival, acá en nuestra ciudad.

¿Cómo viven ustedes la rivalidad con Belgrano y cómo la experimentan en la calle?
Darío: Córdoba es culturalmente muy distinto a Santa Fe en cuanto al fútbol. Jamás he tenido un problema con alguien y menos de Belgrano. De Instituto tampoco. Acá se vive con mucha pasión y hay cargadas y todo eso pero hasta un punto. En Santa Fe y en algunos lugares de Buenos Aires hay otro nivel de agresión y te lo hacen sentir.

Raúl: Así como Newells y Central no pueden jugar ni un amistoso con las dos hinchadas, Unión – Colón tampoco. Desgraciadamente no se puede. En Santa Fe nos conocen todos y por ahí alguna situación incómoda se vive.

Mauro: Y acá hemos jugado un clásico con Belgrano hace poco con las dos tribunas y no hubo problema.

Darío: En Santa Fe y Buenos Aires se pasan del límite. Pero acá, incluso me ha pasado que gente de Belgrano, en lugares tranquilos como un supermercado, se acerque a felicitarme por lo que hicimos en Talleres.

Vamo´ los pibes

Los conductores del cuerpo técnico tienen, por su formación, pasado docente. En este sentido le preguntamos por los pibes de hoy, a quienes ellos tienen que dirigir, preparar y, en cierta forma, educar para el ejercicio de su actividad deportiva.

Por su experiencia, ¿cómo vienen los jóvenes en cuanto disciplina de trabajo, responsabilidad?
Darío: Es imposible hablar de comportamientos de jóvenes futbolistas independientemente los jóvenes en general. Además, hay que considerar qué grado de preparación tenemos los que conducimos para orientar y corregir eso, ayudarlos, exigirlos. Hoy en día se perdieron mucho los hábitos: saludar, agradecer, el respeto en la convivencia diaria… Les pasa no solo a los futbolistas, también a nuestros propios hijos.

Pautas básicas de respeto…
Darío: Hoy la confrontación es la reina de la convivencia en nuestra sociedad. Por eso estamos siempre cerca de la mala educación, de la falta de respeto…. Nos toca lidiar con eso. Pero nosotros siempre hemos tenido grupos muy respetuosos porque cuando se conduce con reglas claras de convivencia es difícil que alguien se aparte y si se aparta queda muy en evidencia. Tenemos la oportunidad del día a día para educar… yo estoy más tiempo con los jugadores que con mis hijos.

¿Y puntualmente en la disciplina de trabajo?
Mauro: Eso Tiene que estar porque te lo obliga el nivel de competencia. La exigencia del futbol de hoy te pide tener hábitos de alimentación y descanso para estar a la altura. Cuando el jugador está convencido de los objetivos, se cuida y es responsable. Porque hasta sus mismos compañeros se lo hacen notar. Los jugadores tienen multas entre ellos para quienes no cumplan algunas pautas y se las hacen pagar. Igual, no hemos tenido problemas en general.

Darío: Aparte estamos avalados por un reglamento interno de la institución. Hay clubes que ni se meten en esto pero Talleres tiene un lineamiento para el cumplimiento de puntualidad, comportamiento, formas de actuar. Por más que no tengas un escudo del club todo el tiempo, vos sos parte de la institución y por ser una persona pública, así sea en otro lugar en tu día libre o tu noche libre, tenés que comportarte.

El fernet y el cuarteto, mañas de otra época

Seguramente ustedes habrán escuchado el prejuicio de que algunos jugadores vienen a Córdoba porque les gusta la noche y en nuestros clubes es más permisivo ese aspecto
Darío: Sí, lo hemos escuchado pero creo que es de otra época. Antes los directores técnicos te decían que venir a dirigir a Córdoba era imposible.

¿Tanto así como “imposible”? Darío: Sí, claro. “Por el fernet y el cuarteto”, te decían. Pero eso habla a las claras de las deficiencias de quienes conducen. ¿Cómo no se va a poder venir a dirigir a Córdoba? Sí se puede. Depende de cómo presentes las reglas de juego.

Antes los entrenadores te decían que era imposible dirigir en Córdoba porque los jugadores iban al cuarteto y el fernet ¿Cómo no se va a poder? Sí se puede, es cuestión de poner claras las reglas. ”, dice Darío.

Lo que viene, lo que viene

¿Cuáles son los objetivos deportivos? ¿Entrar en alguna copa, consolidar la permanencia?
Darío: Mientras exista un desafío importante, mientras haya algo nuevo por lograr, no importa qué, y mientras tengas una meta, ahí seguramente estaremos.

Mauro: Seguir creciendo en lo profesional y en lo personal. Dejar plasmado nuestro trabajo y también valores… Que eso a veces no se ve porque queda tapado por los resultados.

Raúl: Uno día a día tiene que exigir a los chicos y exigirnos a nosotros mismos. Seguimos trabajando y dando lo mejor de nosotros cada día.

¿Y expectativas profesionales de ustedes? ¿Dirigir un grande de Buenos Aires tal vez?
¡Este es un grande! (los tres, casi a coro). Mauro: Nos ha tocado estar en clubes importantes de Buenos Aires y acá nos han valorado no solo como profesionales sino como personas y eso no lo tenés en todos lados. No vemos motivos para cambiar por ahora (sonríe).


El barrio

El trío albiazul-santafecino (en el caso de Darío, por adopción, ya que nació en Freyre, provincia de Córdoba) es vecino de General Paz. Ya habían vivido acá en la etapa en que dirigieron Instituto.

¿Qué tal la elección del barrio?
Darío: El abanderado de la búsqueda de vivienda es Mauro. Él te puede mirar 20 departamentos antes de elegir uno.

Mauro: En otras ciudades en las que hemos trabajado tenés que sacar el auto hasta para lo más mínimo. Acá tenés todo cerca, te manejás caminando, es tranquilo y la ubicación es excelente: En cinco minutos estás en cualquier parte.

Raúl: Si Mauro eligió este barrio, ahí venimos nosotros. Él investiga los lugares para comprar, donde ir, sabe todos los precios, sabe todo (risas).

Darío: Raúl en cambio es el encargado de las cuestiones gastronómicas. ¡Y en el barrio hay muy buenas opciones!

Juramos que las respuestas fueron tal cual y que no acordamos promocionar el barrio ni los restaurantes de la zona. El equipo que conduce al Matador encontró en General Paz su lugar en nuestra ciudad y no ocultan su satisfacción por ser nuestros vecinos.