Es una de las leyendas vivientes de la música de Córdoba, con miles de de presentaciones realizadas con su orquesta desde la década del 50 hasta el día de hoy. Ha sido reconocido recientemente como vecino ilustre de General Paz, en el marco de las celebraciones por la Semana del Barrio. Ya es, desde 1998, ciudadano ilustre de Córdoba, distinción otorgada por el Concejo Deliberante. Es marido, padre y abuelo; pero ante todo, un agradecido a la vida.  

En una mañana húmeda de fines de septiembre, unos días antes de ser distinguido como vecino ilustre del barrio por el centro vecinal de General Paz, Hugo Forestieri (88) y su señora “Pocha” nos recibieron en su departamento de calle Lima y David Luque con cafecito, alfajores, galletas, nueces y almendras. 

Su humildad, su calidez y sobre todo su gratitud hacia la vida son notables. La vida y obra de este saxofonista constituyen una página de la historia de Córdoba: Sus casi 70 años de trayectoria en la música le han permitido conocer a renombradas figuras del arte del espectáculo, la cultura, los medios y la política a nivel local e incluso nacional.  

Una vida en los escenarios 

¿Cuántos años llevás en la música, Hugo? 
Empecé a tocar en 1944, pero con mi orquesta en presentaciones en público, empezamos en 1951, en la presentación de un libro en el Hotel Crillón, en la plazoleta de la Merced. Tocábamos más que nada los temas de Glenn Miller, el músico de jazz más escuchado en aquella época.  

¿Desde 1951 hasta cuándo?
Y, hasta el día de hoy sigo tocando bajo el mismo nombre de Hugo Forestieri. Con el correr de los años, iban cambiando algunos músicos de la formación y en los últimos tiempos se fue reduciendo. Ahora toco yo solo con pistas de fondo.  Cuando empezamos, el conjunto tenía doce músicos… El baterista era Chico Novarro, que después hizo una gran carrera en Buenos Aires.  

¿Seguís en contacto con él?
Sí, nos conocimos cuando él tenía 17 años. Hablamos por teléfono al menos una vez a la semana. Él tuvo el ingenio de que la orquesta llevara mi apellido porque mi papá era conocido por su negocio y por la creación de Villa Forestieri (Ver “Villa Forestieri, un barrio entero…”). Chico era muy vivo para esas cosas.  

Después vinieron los tiempos de tocar en clubes
Sí, en los ´50 tocábamos en Redes Cordobesas, Atenas, el Deportivo… varios clubes de esta zona, cuando todavía no eran fiestas multitudinarias como ahora, sino para socios, familias y muchachos que iban a conocer chicas pero que había que ir a sacarlas a bailar a la mesa (risas).

En Redes Cordobesas tenés una anécdota con el escritor Daniel Salzano
¡Sí! Salzano escribió en La Voz, con ese estilo único que tenía,  que él se subía a los árboles de calle Roma cuando era chico para escuchar la prueba de sonido que hacíamos con la orquesta antes de tocar en Redes. Y después contó que tenía que inflar como cien globos para que la comisión del club lo dejara entrar al baile.  

¿Lo conociste? ¿Hablaste con él de esa historia alguna vez?
¡Claro! Muchos años después, cuando él ya era grande, nos juntamos a tomar un café y le regalé un CD en el que le grabé el tema que a él más le gustaba, el paso doble “En el mundo”. Fue un honor y un encuentro muy emotivo.

La música popular 

Algunos analistas indican que tus bailes eran populares pero que de alguna manera marcaban una diferencia con los sectores a los que iba dirigido el cuarteto 
Es que el cuarteto recién empezaba a surgir, con La Leo, y tocaban mucho en el interior de Córdoba porque la ciudad no los terminaba de aceptar. Pero con el correr del tiempo, aparecieron orquestas que mejoraron mucho en lo musical cuando le agregaron instrumentos de viento y fueron ganando mucho público.  

¿Qué grupos por ejemplo? 
Por ejemplo, en los 70 y 80 estaba Chébere, que sonaba muy bien y tenía los mejores músicos de Córdoba. “Huesito” Terragni, entre ellos, que vive en barrio Juniors.
Otra cosa: los cuartetos tuvieron la inteligencia de bancar los bailes; eran los dueños de la boletería y el buffet. En la época nuestra, el club te contrataba por un precio fijo.

¿Y de la música de hoy qué te gusta?
Yo escucho música de Córdoba. Hay bandas extraordinarias que suenan muy bien, como La Barra o Banda 21. El rock no lo entiendo mucho.
También escucho música clásica de la que yo tocaba en la banda sinfónica de la Provincia. Estuve veinte años ahí; soy jubilado provincial por ese trabajo. También toqué en la banda de la Escuela de Aviación.  

La música de Hugo en los medios de comunicación 

La orquesta de Forestieri fue acompañando las innovaciones que la cultura de la ciudad experimentaba. Así comenzó, en los años 60, la posibilidad de ver al conjunto en la televisión, toda una novedad para la época. 

Además de los bailes, tu orquesta empezó a salir por la tele y la radio 
Cuando llegó la televisión a Córdoba estuvimos tocando en las primeras transmisiones, que algunas eran experimentales. Con los años, fuimos presentando nuestra música en todas las radios y canales de la ciudad. Le estoy muy agradecido a Jorge Zapata (creador de Audiovision y Telemanías), Norma Landy, Clidy Suarez, Emeterio Farías, Mario Pereyra, Rony Vargas… En realidad, los tendría que nombrar a todos. Yo recibí el apoyo incondicional y el cariño de todos los medios de comunicación locales.  

Vecino ilustre del barrio 

El centro vecinal de General Paz le ha otorgado a Hugo Forestieri el pasado 30 de septiembre la Orden Augusto López, una distinción como vecino ilustre del barrio. 

“Es una satisfacción enorme. Estoy muy agradecido de ser reconocido a esta edad, de hacerme sentir que estoy en vigencia, más vigencia de la que puedo manejar con estos años (risas)”, afirma, con especial agradecimiento a Daniel Quinteros, locutor de Radio Universidad que participa activamente en el Centro Vecinal.  “Un genio de la locución, Daniel”, subraya Forestieri.  

Hugo también es vecino ilustre de la ciudad por una distinción otorgada por el Concejo Deliberante en 1998. También ha sido reconocido por la Municipalidad de Río Hondo, por sus 24 años de temporadas presentándose en las termas santiagueñas. Además, tiene una placa por la Escuela de Aviación, en cuya banda tocó durante muchos años.

“El servicio militar lo pude hacer como músico ahí, hasta esa suerte tuve”, recuerda.  

Gratitud absoluta, materialismo cero 

Durante décadas, Hugo tocó acompañado por los músicos de su orquesta. En los últimos años, viene presentándose de manera unipersonal, con su saxo y las pistas grabadas que lo acompañan de fondo.  

Enfrentar al público en soledad no es fácil ni siquiera para un artista de la trayectoria de Forestieri. Por eso cuenta Hugo que, al pisar el escenario, decía: “ayudame, Dios Mío”, para darse confianza.  

Del mismo modo, el músico nos confió que actualmente dice: “Gracias, Dios mío” todos los días por la posibilidad de darse un baño caliente al final de la jornada.  

“Nunca planifiqué ganar dinero; jamás fue esa mi meta con la música. No he ganado pilas de plata como otros músicos pero eso sí, nunca me faltó nada”, recalca Forestieri.  

“He tenido la suerte de que en mi carrera me fue bien, de haber formado una hermosa familia y de tener  salud… Aunque los músicos sufrimos bastante de la audición. Yo algo todavía escucho pero por ahí me conviene ser sordo, sobre todo cuando mi mujer me pide plata”, asegura mientras nos reímos todos los que presenciamos la entrevista.  

No le tiene miedo ni a la vejez ni a la muerte porque ha tenido, y mantiene, una vida maravillosa con su familia y su carrera, que le dejó cientos de anécdotas, historias y amigos. Por eso nos dijo: “Debo estar entre los cinco tipos más felices del mundo”. 

Y esa alegría se reflejó siempre en su música. Su médico personal le dijo una frase que le quedó marcada: “Hugo, sos un creador de anticuerpos para la tristeza”.  Un agradecido a la vida que, hace tan solo unos días, fue distinguido como vecino ilustre de General Paz.  

Anécdotas con políticos también hay (Cuadro aparte) 

La extensa trayectoria de Hugo lo ha hecho tocar en distintos ámbitos culturales, sociales y políticos. Así ha tenido la posibilidad de conocer personalmente a presidentes, gobernadores e intendentes a lo largo de su carrera.  

Entre muchas anécdotas que nos contó el saxofonista, recogimos ésta: A fines de los 90, Carlos Menem estaba cerrando su mandato y visitaba Córdoba en el marco de un su agenda política. El área de protocolo que preparaba su llegada alistó a veinte artistas locales, entre los cuales estaba Forestieri. Ni bien entró el presidente, reconoció a Hugo y se acercó a abrazarlo para agradecerle por la alegría de su música en los bailes del balneario Shore, en la Recta Martinoli, donde el riojano iba frecuentemente cuando era un joven estudiante de derecho en la Universidad Nacional de Córdoba. 

Del mismo modo, recuerda haber tocado para Raúl Alfonsín, Eduardo Angeloz y muchas otras personalidades públicas de distintas etapas de la historia argentina y cordobesa.  

Villa Forestieri, un barrio entero con su apellido

Hugo cuenta habitualmente la historia de su padre, un comerciante del centro que tiene central protagonismo en la creación de un barrio cordobés.  

“Mi papá tenía una sastrería muy conocida en Pasaje Muñoz, con 120 empleados. En la década del 30, largó una promoción en la que, con la compra de un traje de por lo menos 49 pesos, le regalaba al cliente un terreno en las afueras de la ciudad, camino a Alta Gracia”, relata el músico. 

Por esa particular idea, esa zona del sur de Córdoba se denominó Villa Forestieri.
Hugo agrega que en 1950 se cumplieron cien años de la muerte del General San Martín y que, por ese motivo, el gobierno empezó a ponerle el nombre del prócer a muchos lugares o espacios públicos. Entonces Villa Forestieri pasó a llamarse Villa El Libertador, como lo conocemos hasta hoy.

“Mi papá no quería que fuera músico, porque por aquella época no se veía mucho porvenir en el arte… Bah, a lo mejor hoy tampoco (risas). Pero él lo aceptó. Y me compró el saxo. A mí no me gustaba un trabajo común, con horarios. Me gustaba la libertad… La vida hay que aprovecharla”.  

“Nunca planifiqué ganar dinero; jamás fue ese mi objetivo. No he ganado pilas de plata como otros artistas populares pero eso sí, nunca me faltó nada (…) Y los amigos que hice y todo lo que pude conocer con la música es un regalo que no tiene precio”