En el verano de 2016, en Revista La 24 nos prepárabamos para el décimo aniversario de la publicación.
Por haber nacido y crecido en estos barrios, históricamente basquetboleros, la pasión por este deporte nos generó una idea: llevamos adelante arduas gestiones para poder asistir a tres partidos de la NBA en Florida, uno de ellos entre Miami Heat y San Antonio Spurs. El objetivo, el sueño para ser más sincero, era darnos un gran gusto: Celebrar los diez años de La 24 con una entrevista a Emmanuel Ginóbili, para muchos, el deportista argentino más grande de la historia.
Estando ya en Miami y con acreditaciones en mano, Ginóbili tuvo un golpe en los testículos, producto de un choque con un rival, en uno de los partidos previos al juego contra el Heat, donde íbamos a encontrarnos con él. La lesión lo obligó a una cirugía y a más de un mes sin jugar. Ese incidente inesperado nos dejó sin la gran oportunidad de charlar con Manu.
La revancha, afortunadamente, llegó este año, y el diálogo con el escolta bahiense llegó para ser la nota de tapa de nuestro aniversario número 12.
Fiebre argenta por Manu
La gente de San Antonio, en el estado de Texas, probablemente no comprenda la razón de la ola de visitantes a argentinos a una ciudad que, si bien es linda, no es precisamente foco de turismo internacional.
El motivo es, sencillamente, que los argentinos viajan para poder presenciar los últimos partidos del más grande basquetbolista que nuestro país le haya dado al mundo en la historia de este deporte.
El valor agregado es que, a pesar de sus 40 años, Ginóbili no es en el plantel un actor de reparto con escasos minutos en cancha – como es lo lógico para un jugador de esa edad, por más talentoso que sea – sino que es pieza clave de su equipo y con un desempeño notable en la temporada.
Por todo esto, el AT & T Center, el estadio de los Spurs, ve desfilar semana a semana decenas de argentinos que van exclusivamente a ver y alentar al número 20, con el sueño de una foto, un autógrafo o una charla de al menos unos segundos. Allí estuvimos nosotros también.
Ídolo de multitudes
Antes del partido, pudimos verlo tirando al aro, solo, con dos colaboradores… Había al menos treinta argentinos al costado en primera fila alentándolo y llamándolo. Él, hasta ahí, muy concentrado en lo suyo.
Cuando terminó su rutina, cada paso que hacía hacia la platea enfervorizaba al público local y particularmente a sus compatriotas que habían ido a visitarlo.
El ídolo se acercó a saludarlos y conversar. Charló y se sacó fotos con todos. La emoción – hasta las lágrimas en varios casos – y la felicidad de esa gente es difícil de describir.
Crack, dentro y fuera de la cancha
Luego de saludar y hacer felices a sus seguidores y a tan solo un cuarto de hora para el comienzo del partido, lo abordamos cerca del vestuario y Emmanuel Ginóbili se tomó unos minutos para charlar con La 24.
Al identificarnos como cordobeses (como si la tonada no nos eximiera de ese trámite), con humildad y muy buen humor nos confesó: “No le ganábamos nunca a Atenas. Creo que una sola vez en temporada regular pero en play offs me vine invicto, no le gané nunca”.
Detrás de cada gran hombre…
En el transcurso de la charla, le recordamos un posteo que él había hecho pocas semanas antes sobre un particular aniversario con su esposa. “Los primeros veinte años con esta mujer fueron increíbles ¡Quiero muchos más!”, había publicado en su cuenta de Twitter.
Si bien no es frecuente que hable de ella en las entrevistas, le preguntamos cuánto había influido Marianela – o Many, como él le dice – en su gran carrera deportiva y aseguró que ella es quien le da paz, salud mental y equilibrio. “Ha sido siempre fundamental para que yo tuviera una carrera larga, me dio tranquilidad tanto dentro de la cancha como afuera, sobre todo en los últimos años con los nenes”, subrayó el escolta de San Antonio.
“Antes de ser padres también fue muy importante, fundamental en todos los momentos, desde mi último año en Argentina en adelante”, agregó Manu.
“Ella se encargó de todo para que yo tuviera paz, para solamente enfocarme en el básquet y no tener otras preocupaciones (…) Si estoy jugando a los 40 años, gran parte de la razón es por haberla tenido a ella a durante estos últimos veinte”, subrayó el bahiense.
Lo que viene, lo que viene
Sobre su futuro, al menos al momento de la nota, Manu admite no tener definido si luego del retiro se vuelve a Argentina o se queda en Estados Unidos.
Émmanuel es muy respetado en los Spurs, tanto por dirigentes como por su entrenador, el legendario Greg Poppovich, quien es uno de los técnicos más ganadores de la historia y aun desde ese lugar no oculta su admiración por Ginóbili. Por eso habitualmente se especula con la posibilidad de un lugar para el bahiense en la institución de San Antonio, luego de colgar las zapatillas.
De todas maneras, esa decisión tendrá que ver, naturalmente, con el entorno familiar. Mientras charlamos con él, pasa al lado nuestro su hijo más chiquito, Luca (3), con la camiseta de papá puesta. Además, Manu tiene a los mellizos Dante y Nicola (8).
Notamos que conversaban en castellano y le remarcamos al ídolo que no se lo veía “americanizado” en absoluto, como si nunca se hubiera ido de Bahía Blanca.
“Mis hijos hablan en inglés, yo con ellos hablo en español para que no se olviden y puedan charlar con sus abuelos y los amiguitos de allá”, nos cuenta Manu.
“Ellos – agrega el jugador – en la escuela hablan inglés y es su primer idioma. En casa tratamos de mantener el español vivo (…) Además, les gusta ir a Argentina… tienen primos, amigos… para ellos es Disney allá (Sonríe)”.
El diálogo no puede extenderse más. Fue breve pero ameno y distendido. Manu tiene que volver con el plantel porque el partido ya está por comenzar.
Nos dejó la impresión de ser una persona que quiere hacer todo lo mejor posible, desde su juego hasta la atención a los hinchas y la prensa. Y está claro que una gran cualidad, más allá de su talento, es tener una humildad notable, que sin duda ha sido uno de los factores que lo llevó a escribir en lo más alto del deporte mundial su nombre y el de la Argentina. Crack absoluto.
Algunos números de Manu
- Medalla de oro olímpica (2004) y medalla de bronce (2008) con la selección argentina. Mejor jugador de la edición 2004 de los JJOO.
- Cuatro títulos de NBA con San Antonio Spurs.
Hay solo un jugador más en la historia del básquet que consiguió ganar una Euroliga, un anillo de la NBA y una medalla de oro olímpica. - El trío que formaba con Tim Duncan y Tony Parker es el más ganador de la historia de la NBA.
- Solo cuatro jugadores en la historia consiguieron una medalla olímpica y el título de la NBA en la misma temporada: Michael Jordan, Scottie Pippen, LeBron James… y Emmanuel Ginóbili.
- Es el cuarto anotador de triples en la historia de la postemporada de NBA.
- Está considerado el séptimo mejor jugador no estadounidense de la historia de la NBA.
La “Pepa” Arrigoni, uno de sus primeros técnicos
El pibe de 40 alguna vez fue un pibe de 19. En ese momento estuvo bajo la conducción de Marcelo “Pepa” Arrigoni, quien fue parte del cuerpo técnico de Estudiantes de Bahía Blanca en el último año que Ginóbili jugó en Argentina.
La “Pepa” es un vecino histórico del barrio y fue el base estelar del equipo de Asociación Española, que jugó en la Liga Nacional en la década del 80. Por si no te suena, ese club estaba donde hoy es el Polideportivo General Paz, en Roma y 24.
“Lo conocí en el inicio de su carrera. Lo que recuerdo de él es que llegaba antes de la hora del entrenamiento y se iba después, se quedaba tirando al aro”, rememora el entrenador.
“Llegamos a las semifinales y perdimos justamente con Atenas, con ese equipo hipercampeón del año 97. Ya se notaba que Manu era un competidor por naturaleza, porque pese a haber sido eliminado por el mejor equipo de esa época, él estaba desconsolado y no lo terminaba de aceptar”, relata Arrigoni, quien hoy, justamente, integra en el cuerpo técnico del club de barrio General Bustos.
La “Pepa” también destaca que Manu “mejoraba los ejercicios que se le daban en los entrenamientos. Con su talento, con sus ganas y esa competitividad que tenía, todo lo que vos le pedías, él lo superaba, lo hacía mejor todavía”.
“Era una persona muy alegre también fuera de la cancha, con un humor especial y sobre todo, muy compañero”, subraya Marcelo. “Creo que la mayor virtud de Emmanuel Ginóbili – agrega – es su compañerismo. Da gusto estar con él, los equipos donde ha estado lo han adoptado. Es alguien que siempre suma por el equipo”.
En la misma línea, el director técnico comenta: “No es de esos jugadores talentosos que tienen el ego elevado y están preocupados solo en hacer notar la diferencia que tienen con el resto. Por el contrario, él se comportaba como uno más y por lo que veo no ha cambiado. Son valores que le ha inculcado su familia y se ve que no los ha perdido”.
“Sobre todo voy a rescatar el sentido de equipo que siempre tuvo. Y siempre con alegría, con un extraordinario sentido del humor y una humildad fuera de serie”, remarca Arrigoni.
“En los viajes por el torneo – continúa la Pepa haciendo memoria – él compartía la habitación con Hernán Jasen, otro extraordinario jugador que hizo una carrera internacional muy interesante. Cuando vos pasabas por las piezas, se escuchaba que ellos dos estaban viendo partidos de NBA y festejaban las jugadas espectaculares como si estuvieran en la cancha, con una euforia y admiración por esos tipos de los que más adelante Manu iba a ser compañero o rival”, cuenta la “Pepa” con cierta nostalgia.
“Ver la carrera que hizo es un placer… Para mí, para todos los que lo conocimos y para todos los argentinos”, concluye el entrenador.
“Many se encargó de todo para que yo tuviera paz, para solamente enfocarme en el básquet y no tener otras preocupaciones (…) Si estoy jugando a los 40 años, gran parte de la razón es por haberla tenido a ella a durante estos últimos veinte”. Manu Ginóbili, sobre su mujer.
Emanuel Ginóbili y Marianela Oroño se conocieron en San Nicolás en 1997, cuando Manu tenía 20 y ella 16, en un partido que el bahiense fue a jugar a esa ciudad. Llevan poco más de veinte años juntos, casados desde 2014, y tienen tres hijos: los mellizos Nicola y Dante (ocho años) y Luca (este mes cumple cuatro).