El defensor de Belgrano, vecino de calle 25 de mayo, es una promesa de crack pero mantiene los pies en la tierra pese a los comentarios de los especialistas que le deparan un futuro auspicioso. Tuvo una infancia y adolescencia complicada, con noches en la calle y muchas dificultades económicas; aún así salió adelante y hoy es un jugador de primera división con gran proyección.

En una tarde de sábado fresca pero agradable, desde la esquina de David Luque y 25 de mayo vemos cómo se acerca Tomás Guidara (22) al lugar de encuentro donde íbamos a hacer la nota. Metros antes se cruza y se saluda con su vecino de edificio Juan Ramírez, jugador de Talleres. El volante albiazul había sido nota en la edición de diciembre de 2016 y también se paró a saludarnos con la mejor onda.

Tomás llega y no oculta su buen humor: a la mañana Belgrano le había ganado a Newells 2 a 1 en un amistoso de pretemporada. “Jugamos bien”, dice el defensor celeste con satisfacción, quien viene entrando de titular hace un tiempo, aunque asegura que no puede aflojar para mantener esa condición.

¿Qué expectativas tenés para esta temporada que está por empezar?
Como plantel, tratar de sumar la mayor cantidad de puntos y tratar de terminar entre los diez primeros, como mínimo. En lo individual, mantener la regularidad y tratar de ser titular en todos los partidos y tratar de superarme todo el tiempo.

¿Cuáles fueron tus primeros pasos en el fútbol?
Jugué en Las Flores un año cuando tenía 11. Después volví a jugar a los 14, en un equipo de Santa Rosa de Río Primero. Viajaba, me llevaba el técnico hasta allá. Era el entrenador que había tenido en Las Flores y después de un par de años me comentó que estaba dirigiendo en el interior. Yo me había propuesto empezar a entrenar y jugar y me sumé al club de él.

¿Y a Belgrano cómo llegaste?
Llegué en el 2015. Me probé y quedé en las inferiores. El verano de 2017 yo había cumplido la edad límite para estar en reserva. O me tenía que ir o jugaba en liga cordobesa. Pero me dijeron que iba a participar de la pretemporada de la primera.

En busca de la felicidad

Más allá del presente inmediato de Tomás, su camino hasta esta instancia tuvo más espinas que rosas. Creció sin sus padres, criado por sus abuelos y entre muchas dificultades económicas. Pese a la adversidad, apostó con mucha decisión por una carrera futbolística y ya está viendo los frutos.

Según has contado, la primera plata que ibas ganando se la ibas dando a tu abuela… como un reconocimiento, seguramente.
Sí, por reconocimiento pero más que nada por necesidad real. Le daba porque si no, no comíamos. Antes había trabajado en una lomitería porque el fútbol no me estaba dando nada; había terminado el colegio y ya estaba medio grande. Tenía que conseguir un trabajo. Pero también estaba el club. Tuve esos momentos de decir “¿Qué hago?” Pero aposté y aposté, entrené y llegué.

Llegaste a dormir en la calle, según contaste en alguna nota
Sí, ahí es cuando toqué un punto en que tenía que decidir si iba a seguir así o iba a trabajar o apostar al fútbol. En casa era importante la comida, las cosas muchas veces no estaban bien, había conflicto y yo me iba a la calle y a veces dormía en cualquier lado para descansar del conflicto. Era muy necio y muy orgulloso. Una vez me fui de mi casa y me iba a ir a la pensión del club, pero si llegaba a la madrugada se iban a dar cuenta que tenía problemas y preferí quedarme al costado de un puente cerca de la circunvalación.

¿Y qué fue lo que te hizo el clic para meter un cambio profundo, que te hizo decir “no sigo así porque si no voy para atrás”?
Conocer a Dios. A partir de ahí empecé a hacer las cosas bien, de forma natural, sin sentirlo como una obligación.

¿Qué lugar tiene Dios en tu vida y en tu carrera?
Es lo primero, lo principal. Mis abuelos son creyentes y yo también. Yo desde que empecé en el camino de Dios, pude cambiar un montón de cosas malas. Y ahí empezó a cambiar mi vida futbolística también. Si tenés buenos actos, si te manejás bien, se ve reflejado en tu trabajo y en todo lo que hagas.

¿Qué cosas cambiaste?
Yo era un chico que andaba todo el tiempo en la calle y que peleaba mucho. Cuando me acerqué a Dios me di cuenta que eso no me ayudaba en nada, que no estaba bien… He cambiado un montón, se transformó mi vida.

¿Ese mal camino por el que andabas de chico había sido por mal entorno, por malas juntas?
Yo andaba mucho en la calle y peleaba pero siempre estuve rodeado de personas buenas. Mi mejor amigo también era de pelear pero era muy generoso y también salió adelante. En esa época creíamos que ser buena gente era defender a tus amigos y por eso terminábamos peleando mucho. Mis amigos… ¿Cómo te explico? Eran personas buenas pero que echaban algunos mocos. Pero nunca drogas ni robar ni nada de eso. Solo callejear y pelear.

“Yo era un chico que andaba todo el tiempo en la calle y que peleaba mucho.Cuando me acerqué a Dios me di cuenta que eso no me ayudaba en nada… He cambiado un montón,
se transformó mi vida”.

Te cambió mucho la vida en los últimos años entonces
Es muy lindo lo que me está pasando. A veces voy llegando a la cancha y me acuerdo de todo lo que viví antes y me digo “mirá dónde estoy ahora”. Pasó todo rápido. Me estaban definiendo si me hacían contrato o no y ahí nomás arranqué la pretemporada. Volví de la pretemporada, firmé contrato. Pasó un mes y debuté en primera. Ahora tengo contrato hasta 2021.

Atrévase a soñar

Sos orgulloso y terco por lo que nos contaste… y a lo mejor eso te sirvió para el deporte.
Sí, a veces es algo malo ser así pero si hay cosas que quiero lograr y no me sale, le meto y le meto y no paro hasta conseguirlo. Si no te superás o no te exigís, no durás en un nivel competitivo.

Algunos periodistas hablan de vos como un jugador con mucha proyección ¿Sos de soñar o fantasear con una transferencia a un club grande de Buenos Aires o al exterior?
Hoy no pienso en eso. Sí he escuchado comentarios y mis compañeros me hacen chistes sobre el tema y es una motivación.

Hasta te dicen Philippe Lahm (ex jugador de la selección de Alemania que también era lateral por derecha, como Tomás)
(Risas) Sí, porque yo jugué de nueve, de ocho, de once… de cuatro ahora… Lahm por eso, porque jugué en varios puestos y terminé de cuatro, igual que él.

Más allá del chiste, realmente hay expectativas por tu futuro
Me hace pensar que estoy haciendo las cosas bien y la gente lo reconoce… Estoy en el camino correcto. Pero si me la llego a creer y no me concentro en Belgrano, ¿Sabés cómo empiezo a caer? Tengo que seguir entrenando como si fuera el último día y ya veremos qué pasa.

“A veces cuando voy llegando a la cancha, veo toda la gente, me acuerdo todo lo que viví antes y me digo ‘mirá donde estoy ahora’”

Somos los piratas

¿Vos de chico eras hincha de Belgrano?
Sí, pero no tanto porque no era muy seguidor del fútbol. Y ahora tampoco.

No eras de mirar fútbol y ahora sos futbolista de primera (risas)
Sí, no lo sigo mucho (risas). Los partidos de copa libertadores ni los veo… No veo mucha tele, ando más en la calle.

¿Y fútbol internacional tampoco, algo de Europa?
Sí, ahí sí. No siempre pero a veces veo algo de la Champions. Esos partidos son muy lindos.

¿Algún jugador que sigas en particular?
No tengo ídolos, pero me gustaba mucho Dani Alves, porque es mi puesto. Y fuera de mi puesto me da gusto ver a Mbappé o Neymar.

¿Con qué técnico pegaste más onda o te sentiste más cómodo?
En la época de Lavallén me sentí completo, me sentí muy bien. Con (Sebastián) Méndez también aprendí mucho y con (Esteban) “Teté” González aprendí un montón.

¿Te dicen “Chino” en el club?
Sí, porque primero me quebré la nariz, se me hinchó la cara y fue como si se me achicaran los ojos. Después tuve un choque de cabezas con otro jugador y me fracturé un hueso que hizo como que se cerrara más el ojo. De verdad parecía chino. Todo pasó el mismo mes (risas).

¿Estaba Juan Carlos Olave todavía cuando arrancaste?
Cuando yo estaba en reserva, él todavía jugaba. Cuando subí a primera, ya no.

Es quizás el último gran ídolo del club y ahora es director deportivo. ¿Está cerca de ustedes, tienen diálogo con él?
Sí, está en los entrenamientos siempre. Aconseja, tiene charlas con los jugadores. Está presente.

La vida en General Paz

Tomás creció en la zona sur: vivió en barrio Jardín (justamente el de su clásico rival de hoy) y barrio Kennedy entre otros. Pero desde este año es vecino de General Paz, en la 25 de mayo.

¿Qué onda tu nuevo barrio?
Es muy lindo. Me encanta. Viví en Nueva Córdoba un año y medio y me quedo con esto. Mucho más tranquilo. Allá era mucha fiesta, mucho ruido y aparte es peligroso. Prefiero acá.

¿No te gusta la noche entonces?
Me gusta más lo familiar, juntarme en una casa a tomar mate… Desde chico. Cuando estaba en el club y hasta cuando no conocía a Dios, no salía. Era más tranquilo, hogareño.

¿Vida afectiva?
Me casé en marzo. Me han dicho que lo hice muy joven (risas) pero yo tenía muchas ganas. Estuvimos cinco años de novios, nos conocimos en el colegio.

Tu señora te ha acompañado entonces desde mucho antes de tener este gran presente en Belgrano
Totalmente. Camila me acompañó desde los primeros momentos. Nos conocimos en cuarto año en el colegio General Paz. Así que hoy disfrutamos los dos, estamos muy contentos de lo que estamos viviendo. Renové el contrato en el club y la primera plata que recibí fue para ayudar a mi familia y para el casamiento.

¿Paternidad?
Más adelante (Risas). Es una gran responsabilidad, será cuando esté más asentado, en el futuro.

Seguramente la paternidad en la que ahora piensa Tomás es sobre Talleres y su meta será lograr que Belgrano haga una buena campaña que lo mantenga en los primeros planos del futbol nacional.

Un pibe sencillo, con el mismo nivel de humildad que de perseverencia; con el mismo grado de frescura que de disciplina; con la serena madurez de un grande y las inmensas ilusiones de un chico, protagonista de una experiencia de vida que trascendió los límites de sus propios sueños. Y va por más.