Sigue el conflicto en el Garzón Agulla por el riesgo de contaminación

Los alumnos cortaron parcialmente la 24 de septiembre, en demanda de garantías de que las instalaciones de la escuela están libres de contaminantes, tras descubrirse que había gases tóxicos en el edificio.

Un grupo de alrededor de 100 estudiantes del nivel secundario del colegio Garzón Agulla realizaban esta mañana una protesta en la calle en reclamo por condiciones seguras de salubridad para retornar a clases.

Los chicos cortaron parcialmente la avenida 24 de septiembre para visibilizar el conflicto que afecta la escuela hace tres semanas.

El colegio está sin actividad desde el lunes 13 de agosto, día en que docentes y estudiantes resolvieron abandonar las aulas por la supuesta emanación de gases tóxicos desde la caldera y los caños que climatizan la pileta.

Dos días después, la suspensión de actividades fue institucional dado que la dirección decidió postergar el reinicio de clases hasta tanto se comprobara a través de pericias oficiales si había o no riesgo para la salud de alumnos, profesores y el resto de la comunidad educativa.

Efectivamente, la semana siguiente el CEPROCOR confirmó que había secuelas de asbesto en la caldera que está en el subsuelo de la escuela y en caños de la pileta.

Según el ministerio de Educación, ya se tomaron todas las medidas para limpiar el lugar y extraer el material potencialmente contaminante y por lo tanto el colegio estaría en condiciones de tener actividad en las aulas. Por ese motivo, desde el lunes 27 de agosto se reiniciaron las clases.

No obstante, la vuelta a la actividad fue parcial porque un grupo importante de alumnos, padres y docentes no tiene la plena certeza de que el edificio esté libre de riesgo para la salud.

Según Nazareno Arias, alumno de la institución, el problema viene desde principios de año, porque fue por entonces que un profesor descubrió la presencia de asbesto en el subsuelo de la escuela. “Ese material puede producir cáncer cuando se fracciona mal porque se disemina en el aire”, asegura el alumno.

Desde entonces hay reclamos de padres y estudiantes por la situación hasta que el tema explotó en agosto con la decisión de no ingresar más al colegio.

“Nosotros no tenemos un informe firmado y sellado que avale que el edificio está libre de riesgo para salud”, afirma Nazareno.

“Los docentes apoyan la causa pero no pueden participar directamente porque tienen que cumplir su horario laboral”, aclara Arias.

El reclamo concreto

“Lo que se exige es un análisis de todos los espacios del colegio porque solo se tomó una muestra y se hizo limpieza del lugar preciso donde había asbesto”, dice Arias. “Pero ese espacio es cercano a otros ambientes del edificio y como el asbesto fraccionado se esparce por el aire podría haber contaminado otros sectores del colegio”, explica el estudiante.

“Me parece importante destacar que son casi dos mil personas las que podrían verse afectadas por este tóxico”, indica Pablo Sensión, otro alumno del colegio.

El estudiante agrega que los padres, preocupados por la situación, “han solicitado la intervención de una empresa privada que haga el análisis para corroborar definitivamente si el edificio está libre de contaminación. Pero no se les ha permitido hacerlo”.

“Se hizo estudios de caldera y bajo pileta pero nadie sabe si el asbesto circuló en otros ambientes”, recalca Nazareno.

El ministerio de Educación estableció que el colegio puede funcionar, por eso se está colocando inasistencias a los estudiantes que no concurren y se descuenta el día a los docentes que no se presenten.

De todas maneras, los integrantes de la comunidad educativa no se sienten plenamente seguros. “La dirección insiste en que está habilitada la escuela, pero nosotros vamos a elevar un petitorio para que no se nos ponga falta porque está en riesgo nuestra salud”, concluye Arias.