Silvia Pérez Ruiz, una voz valiente

En el marco del día del periodista, decidimos entrevistar a una figura de los medios locales que elegimos no solo porque inició su carrera en nuestro barrio, como redactora de la revista Nueva Pueyrredón, sino por una situación muy particular que vivió recientemente y que la dejó como referente en la lucha contra la violencia de género.

A fines de 2017, la columnista de espectáculos de canal Doce publicó en su cuenta de Twitter: “Jamás volvería a trabajar con (el director de cámaras) Roberto Sniezek y muchas no quisieran tenerlo como profe”, agregando el hashtag #NoEsNo.

La segunda parte del tuit se refiere a la actividad docente de Sniezek en dos facultades de la Universidad Nacional de Córdoba. La de Comunicación Social, donde Pérez Ruiz fue alumna, es una de ellas.

Silvia amplió más adelante su declaración pública y describió comportamientos inapropiados de acoso sexual y laboral por parte de Sniezek, tanto en el ámbito de Canal 10, como en el de la UNC.

Muchas otras estudiantes de las facultades donde actuaba este profesor salieron a ratificar y agregar testimonios propios al de Pérez Ruiz, que describía hechos ocurridos en 2006.

A raíz de la denuncia pública, Roberto Sniezek decidió hacerle una querella por calumnias e injurias a la periodista. La justicia no sólo le concedió la absolución a la columnista de Canal 12 sino que el fallo asegura en su fundamento que debía priorizarse “el interés en impulsar políticas públicas con perspectivas de género”.

Contundente triunfo de Silvia en tribunales; y Sniezek, sancionado por la UNC y fuera de las aulas.

¿A unas semanas del fallo, cuál es tu sensación de hoy?
Fue el 10 de abril. No me la olvido más a esa fecha. Yo digo que mi primero de enero fue el 11 de abril porque empecé a vivir el año desde ahí. Estuve todo 2018 como con freno de mano. Esto era una mochila, con muchos nervios. Yo disimulaba o trataba de autocontrolarme porque tenía que seguir mi vida: tengo mi trabajo, mi hija… fue tremendo ese año.

¿En algún momento te arrepentiste de haber hecho la denuncia por todas las consecuencias que te trajo?
No, jamás. Además estaba muy segura de que el contexto era favorable, de que teníamos muchas herramientas, muchos testimonios congruentes. Entonces, yo estaba muy segura y nunca sentí arrepentimiento, para nada, eso sería muy cobarde y muy decepcionante para el resto de la gente que estaba acompañando la causa.

¿Esperabas el contragolpe de Sniezek?
No me dio tiempo ni de esperarlo. Fue ahí al toque que empezaron a llegar cartas documento acá al canal. Pero yo sabía que se iba a armar la causa, la campaña a raíz de la querella.

¿Te habías contactado con muchas chicas a las que les pasó algo similar?
Ellas se comunicaron conmigo. Tuve cientos de mensajes de chicas que habían tenido la misma experiencia. Entonces, de esos muchos mensajes, algunos concluyeron en denuncias en el ámbito de la universidad, que tiene un espacio que se llama Plan de erradicación de violencia de género, que laburó muy bien y que funciona, que existe. Está ahí no para promover las denuncias pero sí para hacer ese tránsito de la denuncia lo más veloz posible.

¿Sentís que fue una olla que se destapó y se vino una ola a partir de ahí?
Sí, sí. Fue como un efecto dominó: una destapa una primera olla, otra se anima hablar, y así. Es que en el mundo sucedió así. Yo no me había dado cuenta hasta ahí que mi caso había sido muy parecido a otros.

El caso Fardín parece el emblemático en este fenómeno
Lo de Thelma Fardín también hizo el mismo efecto. Habló Calu (Rivero) primero, hablan dos después, habla Thelma, que fue algo mucho más grave, una violación, y luego se produce el efecto dominó con más testimonios. Estamos hablando también del movimiento Me too en Estados Unidos, que a través de una investigación periodística llega a un montón de pruebas para que caiga uno de los hombres más poderosos del cine, como Harvey Wenstein. No fue aislado.
Me parece que son distintos ejemplos de lo mismo, cada una a su escala. Y tiene que ver con esto: se animó una mujer a hablar y se animaron otras por detrás.

¿El canal te apoyó?
Sí, hicieron un comunicado interno para apoyar. Siento que se hizo lo que se pudo. A nivel institucional sí y a nivel personal cada uno hizo lo que pudo. No todos pensamos igual. Cada uno piensa como quiere y toma esto a su manera, es muy personal.

¿Hay miradas disidentes?
Sí, claro. Pero yo no juzgo. Es así, porque tenemos formaciones distintas, historias distintas… o porque a veces no sabemos ver un contexto social y miramos solo a nivel individual… No se trata de decir “A mí no me pasó, entonces esto no existe”. Yo estoy segura, es tu análisis pero no se trata de mirar el ombligo…

Lo hacés por otra gente en gran medida
Y sí. Hay una conciencia social que me parece que en mí siempre estuvo. Lo que pasa es que, con estos temas es muy delicado. Vos podés tener conciencia social con la pobreza, con la discapacidad, con la niñez. Pero estos temas tienen mucho morbo, la gente se agarra de ahí, de la duda. Esta sociedad es muy machista todavía.

¿Cómo sentís que lo trataron los medios a tu  tema en particular?
Bien. Los medios tienen el deber de informar y plantear la situación. LA Voz fue para mí el mejor medio en tratar el tema… hizo un acompañamiento del caso desde el principio hasta el final con conclusiones, publicaron los fundamentos del fallo, hicieron un trabajo muy prolijo, muy a conciencia.

¿El caso sienta un precedente?
Esto es histórico para Córdoba. Es un leading case, es el primer fallo de estas características en Córdoba, el cuarto en el país. Yo me reuní con abogadas feministas, como Sabrina Cartavia, la abogada de Thelma Fardín, que casualmente estaba en Córdoba la semana del fallo. Por redes sociales nos contactamos, nos reunimos y charlamos. Yo quería su opinión, pero no hubo ni foto, fue algo muy privado.

Entre el bardeo y el respaldo

En redes sociales tuviste apoyo también.
¿Apoyo? Fueron más haters (“odiadores”) que apoyo ¡Olvidate!

Vi algunos comentarios y eran positivos
En el primer momento no. Después sí. Hubo un apoyo muy contundente de “Ni una menos”, de las colegas periodistas mujeres, de algunas legisladoras de izquierda. Algunos varones también.

Seguro tuviste mucho posteo con la pregunta “¿por qué ahora después de tanto tiempo”?
Sí, eso sería lo más light.

¿Y a esa pregunta cómo respondías?
Hay que conocer la psicología de estos casos. La mujer tiende a negar, tiende a olvidar, aunque no se olvida… Tiende a naturalizar estos casos. Hay varios motivos de por qué no contar. Sobre todo porque es remover un dolor y el riesgo a la revictimización, que es lo que pasa cuando uno habla.

¿Cuándo se produce la revictimización?
Cuando sientan en el banquillo de los acusados a la víctima. Revictimizar es que a Thelma Fardín la insulten en las redes y tenga que salir a explicar por qué denunció después de tanto tiempo. Entonces, no queremos volver a vivir dolor, por eso preferimos callar a veces. Los chicos abusados por curas pedófilos tardan años o décadas en decir lo que vivieron. En mi casa, mi pareja lo sabía y en el canal un jefe mío y un par de compañeros. Pero es difícil hacerlo público. Es muy largo el proceso pero hay gente a la que no le entra. Yo tengo esperanza en la gente joven. Ellos no se cuestionan estas cosas, te dan el apoyo rápidamente. Por suerte.

El feminismo, los grandes, los jóvenes

Con respecto a tu fe en la juventud, ¿es porque ves un cambio de mentalidad generacional?
Totalmente. Y están los que se están deconstruyendo de a poco… La gente de más de 50, de más de 40, de una sociedad machista, que hombres y mujeres machistas se están deconstruyendo

En diálogos con mayores de 40, te diría que muchos no comprenden el fenómeno.
No, no lo entienden. Imaginate que en la década del ‘50 recién sale el voto femenino. Que la mujer tenga derecho a votar recién hace 70 años te dice que estos procesos de desnaturalizar lo que hoy nos parece evidente lleva años. Son muchas generaciones criadas en ese patrón de patriarcado, en esa sociedad machista. Y ahora los cambios son muy rápidos pero la gente mayor de 40 no los logra incorporar todavía. Los más jóvenes sí. Porque su cabeza es más flexible, se adapta más rápido. Así como están los nativos digitales estarán los nativos feministas.

¿Vos te consideras feminista en los términos del movimiento?
El movimiento feminista habla de la igualdad, de la equidad. No habla de supremacía de la mujer sobre el hombre. Tampoco intenta representar a nadie… si no te sentís representada, sos libre de armar tus propias ideas.

Entonces la respuesta es sí.
Sí, por supuesto. Si uno bucea en los valores del feminismo y lo que promulga, sí. Supongamos que sos hincha de Boca: vas a la cancha en todos los partidos a acompañar a tu equipo pero no sos fundamentalista ni violento. No pensarías nunca en golpear a un hincha de otro club. Pero sos hincha.

Hay sectores que dicen que el feminismo se pasó de rosca, que está exacerbado ¿Cuál es tu mirada?
Bueno, sí. Perfecto. Lo respeto. Yo estoy en contra del vandalismo o de la violencia. No lleva a nada. Pero muchas veces nos ponemos más a hablar de esto que de la violencia de género en sí misma que en nuestro país es alarmante con el índice de femicidios que existe. Concentrémonos en eso en lugar de mirar a pequeños grupos extremistas, que siempre los habrá, lamentablemente, en cualquier movimiento. Es la naturaleza humana, porque cada uno interpreta su lucha de una manera muy particular. Yo trato, desde mi lugar, de tener una voz clara, concisa y firme; no fundamentalista ni violenta. Inclusiva, tolerante. Pero si hay que luchar contra argumentos vacíos, más ganas me da de participar.

En la universidad te convocaron para un espacio político ¿Cómo fue eso?
Fue una propuesta de un grupo de chicos entusiasta, de egresados que hicimos una lista. Me invitaron ellos a formar parte de la lista para consejo directivo de la facultad… porque eera la primera vez que se votaba así, porque cuando yo estudié no era facultad… y me entusiasmé a participar, pero desde el punto de vista solidario, para devolverle a la universidad algo que me dio. Yo soy muy romántica de la educación pública. Para mí la facultad fue la razón de ser por la que estoy en Córdoba. Vine a estudiar. Para mí es troncal en mi vida, me definió. Y me quedé, me quedé y ahora soy más cordobesa que la peperina… Bueno, de hecho nací en Cruz del Eje aunque me crié en el sur. Me emociono cada vez que entro a la facultad. Literalmente me emociono. Por eso la bronca, la impotencia, la angustia, sentía que era complice si no denunciaba. Y tengo mis críticas a la facultad pero eso no invalida que sienta un terrible afecto por ese lugar.

¿Cuál fue el resultado de la lista?
Era una fuerza totalmente independiente y quedamos en segundo lugar. Fue una muy buena elección. Estábamos contentos con el resultado.

¿Toda la visibilidad que te dio tu caso no generó que te convocaran de otros espacios partidarios?
Por suerte no (Risas).

Misión cumplida

Vi por allí en una publicación tuya que el hecho de ser mamá también influyó en tu decisión de denunciar
¡Por supuesto! Cuando tenés un hijo, vos querés que viva en una sociedad más justa y mejor. Y somos parte de esta sociedad y somos parte de hacerla más justa. Si lo tenía que hacer para modificar algo, lo hacía para que esos espacios cambien, como son los SRT y la universidad y dos facultades. Mirá si no ha dejado una huella esto. Para mí, misión cumplida. Me puedo morir hoy y sé que aporté a la sociedad. No lo digo de manera soberbia. Lo digo porque me costó tiempo, no dormir, dinero, energía y esto de ponerte en el tapete, que no es cómodo. En ese sentido siento que fue un gran aporte. Si tenía una misión en la vida quizás era esa.

Usaste una frase muy particular para concluir tu testimonio en el juzgado
Sí, es una frase de Tomás Eloy Martínez que tiene que ver con la responsabilidad, con la honestidad, con el honor. “Mi nombre es lo único que tengo”. Eso respondió él en una charla en la que le preguntaron si ponía la misma rigurosidad en una columna para un diario que en una novela.

La credibilidad, la identidad…
Y sí, eso es lo que estaba en juego en mi caso. No hay nada más importante que el honor, el nombre. Para mí esa frase cerraba el círculo.

“Siempre habrá pequeños grupos extremistas, en cualquier movimiento. Es la naturaleza humana, porque cada uno interpreta su lucha de una manera muy particular. Yo trato, desde mi lugar, de tener una voz clara, concisa y firme; no fundamentalista ni violenta. Sí inclusiva y tolerante”.

El periodismo, hoy

Hablemos de periodismo ¿en qué momento estás de tu carrera?
De tranquilidad, de disfrutar, haciendo lo que me gusta. Como estoy menos horas al aire creo que lo vivo con más tranquilidad, disfrutando mi tiempo libre, la maternidad y otras actividades: empecé teatro y tengo otros proyectos a nivel artístico.

Para vos que estás en la tele, ¿percibís que hay un ocaso de los medios tradicionales?
Pareciera que estamos yendo a eso. La televisión ya dejó de ser masiva y pasó a ser más segmentada. Ahora se habla más de point casting, algo más puntual, más que de broadcasting que era el medio masivo. El streaming y la revolución digital vinieron a cambiar las reglas de juego.

Vos te iniciaste en la gráfica ¿esa área como la ves?
El papel tiene su muerte anunciada… Van quedando publicaciones como la de ustedes, que son muy valiosas, pero un diario masivo va a terminar sacando solo su edición de domingo o con círculos de suscriptores que le sean fieles. No sé qué va a pasar en las nuevas generaciones con el diario.

¿La tele tiene más vida?
La tele se va a reacomodar a un mercado más chico. Los números de rating son menores en todos los canales. Pero el impacto que tiene el programa en vivo sobre elecciones, una catástrofe o los noticieros todavía tienen su impacto de la imagen y la legitimidad que te da un informativo versus redes sociales, donde no sabés si lo que se pone es verdad o es mentira. Todavía tenemos esa legitimidad. La tele está ahí, es un dispositivo que se prende y es gratis y acompaña… Se está reacomodando y tenemos que ser muy creativos todo el tiempo para cuidar las audiencias.

Mencionaste las redes sociales ¿Cómo las usás? ¿Para vos es trabajo, entretenimiento, una mezcla?
Yo, como generadora de contenidos, básicamente lo uso más que nada para lo laboral. Me parece que si la gente te sigue, sigue a Silvia de Canal Doce, no a la vecina de Villa Rivera Indarte.

¿Qué te dejó conocer tanta gente grossa del mundo del espectáculo?
Tengo un buen vínculo con muchas figuras y eso está bueno. De las últimas anécdotas, Leo Sbaraglia, si bien no soy amiga, me respondió una consulta por redes, me agendó y charlamos para una nota. Esa buena onda de un superactor como él es gratificante. Lo mismo con Natalia Oreiro que me dice “la cordobesa de siempre”, que se acordaba de que yo tenía una hijita. Es lindo que te registren, que se acuerden… O cuando te mandan a decir que les gustó mucho una nota, como lo hizo Mercedes Morán hace poco, es muy reconfortante. Germán Daffunchio, de Las Pelotas, es otra persona que siempre me atiende y transmite muy buena onda. Devoluciones muy gratas, yo me quedo con eso.

¿Y entrevistas que recuerdes especialmente?
En esta sección de confesiones del camarín hay algunas que salieron muy lindas. La de Betiana Blum, por ejemplo… me encantó. Son charlas en las que sentís que aprendés de la vida… Desafíos como la de Leonor Benedetto, que me parecía distante al principio y al final logramos una muy buena nota. A mí me gusta mucho el cine y haber entrevistado a Esther Goris, Rodrigo de la Serna, Ricardo Darín o Julio Chaves, que son actores que admiro, fue un placer. Me gusta llegar a elaborar una linda nota con la que yo sienta que logré el objetivo…. después las califico y todo (risas).

Sos muy autoexigente con vos misma
Yo creo que sí. Antes de una nota leo mucho sobre el tema o la persona, veo entrevistas en castellano, en inglés, busco material… Pero bueno, los años me han templado un poco lo de la frustración. Antes, si algo no me salía tan bien, me ponía muy mal y me torturaba. Ahora si, por ejemplo, una salida mía sobre cine no salió como hubiera querido, sé que al día siguiente tengo revancha y mañana saldrá mejor. Aprendí a reirme un poco de mí misma y ando más liviana por la vida (Risas).

 

Desde la chica que llegó del sur (nació en Cruz del Eje pero creció en Río Gallegos) y empezó como redactora en la Nueva Pueyrredón a la mujer comunicadora  y referente de la lucha contra la violencia de género, hubo un largo camino.

Para nosotros siempre será una amiga de la casa, por haber compartido aulas y redacción. Y para todos, un ejemplo de audacia y valentía por no callar en la búsqueda de una sociedad mejor.

“Cuando tenés un hijo, vos querés que viva en una sociedad más justa y mejor. (Con la denuncia) Me puedo morir hoy y sé que aporté a la sociedad. No lo digo de manera soberbia, lo digo porque me costó. Si tenía una misión en la vida, quizás era esta”.