En su infancia acompañaba a sus padres, Testigos de Jehová, a predicar casa por casa. En su adolescencia trabajaba en un tambo con una de sus hermanas en lo más profundo del campo. Se casó a los 19, se separó a los 24, enviudó a los 26. No fue al colegio, pero estudió en la universidad. Hoy conduce un programa de televisión en El Doce y tiene más de 20 mil seguidores en las redes sociales. Es vecina del barrio desde el primer día que llegó a nuestra ciudad desde San Francisco. Definitivamente, su biografía no describe una vida convencional. Y eso a ella le encanta. Con ustedes, Mimí Spicher.

“En el campo nunca te vas a aburrir y nunca vas a descansar”, cuenta Mimí Spicher sobre sus largas jornadas en un tambo de Felicia, en el interior profundo de Santa Fe, inseminando vacas, a los trece años.

Veinte años después, la vida la encuentra en la pantalla de El Doce, como conductora del programa Touch, y como una activa figura de Instagram, con casi 22 mil seguidores.

En el medio vivió muchas experiencias que la marcaron y que seguramente definieron una personalidad singular con ideas progresistas en distintos ámbitos de la realidad, particularmente en cuanto al lugar que la mujer ocupa hoy en nuestra sociedad.

Contanos de vos
Yo soy de Humboldt, Santa Fe, criada en el campo siempre. El último pueblo donde viví es Felicia, donde tengo a mi familia, a la mayoría de ellos. Somos ocho hermanos. Me casé a los 19 años y me fui a vivir a San Francisco.

¿Cómo pasaste del campo al periodismo?
No tengo estudios ni secundarios ni terciarios, pero sí pude hacer un examen de competencia que me sirvió para empezar a estudiar en la Facultad de Comunicación. Hice dos años ahí pero empecé a full con el trabajo y eso no me permitía seguir.

¿Por qué no hiciste el colegio?
Apenas terminé la primaria nos mudamos y mi hermana de 15 y yo de 13 nos quedamos a trabajar en un tambo. Hacíamos inseminación artificial de las vacas.

Ahora estás viviendo en otro mundo entonces
Mientras viví en el campo ese era mi mundo… No me pintaba ni siquiera ir al pueblo a bailar.

A los 19 me casé y a los 24 me separé por violencia de género. Me pegó, pero fue la única y la última vez porque ahí tomé la decisión de dejarlo. A los dos años de separados, falleció, así que oficialmente soy viuda porque nunca me dio el divorcio. Un tiempo después me vine a Córdoba.

Del tambo a la Tevé

¿Y cómo surge lo de la tele?
No era un anhelo mío hacer televisión. Soy antitelevisión, no veo tele. No tengo ni el cable instalado. Fue medio de casualidad.

¿Cómo se dio?
Empecé haciendo trabajos periodísticos, con muchas comillas (risas), en San Francisco, para un programa deportivo que el club Charabones, donde yo jugaba al hockey, tenía en canal 4. En el 2010 fue el mundial de hockey en Rosario y el productor me dijo que lleve una camarita así podía hacer una nota durante el partido. Lo vi entre la gente al “Chapa” Retegui (entrenador de la selección argentina de hockey por entonces) y le pude hacer una entrevista. Como eso salió bien, el productor me insistió en que fuera a partir de ahí la conductora del programa.

¿Cómo llegás a los medios de Córdoba capital?
Cuando llegué acá, ya vine con una propuesta para ser movilera del programa de Hernán Domínguez, “Somos de 10”, que es el equipo que después fue “Bien despiertos”. Arranqué como movilera y después pasé a piso como columnista de periodismo deportivo. Después estuve en “Insensatos”, pasé por varios programas… Y hoy hago “Touch” en El Doce. Nunca estuve sin trabajo.

¿Cómo fue aquella primera etapa?
Vine con una mano atrás y otra adelante y al principio fue duro porque con el sueldo que me pagaban no me alcanzaba ni para el alquiler. Vendí todo y me fui a una pensión casi dos años… En ese lapso me saqué todas las deudas y después empezaron a salir trabajos, pude volver a hacer una vida más normal… Ahora no me sobra nada, pero estoy re bien. Entendí que en Córdoba nadie puede vivir de lo que se gana en televisión.

¿Y qué onda el ambiente de la tele?
Está la idea de que es un ambiente difícil, que hay egos, envidia… Algo de eso es verdad pero mi experiencia es buena. El 90 por ciento de los que trabajan en la tele es por ego; el resto, porque llegamos ahí de rebote buscando cómo ganarnos la vida sin tener que estar nueve horas en una oficina.

El acoso en los medios

En otro plano del ambiente de la comunicación, ¿cuál es tu mirada sobre las denuncias de acoso en los medios locales? Están los casos de Silvia Pérez Ruiz contra Roberto Sniezek y de Cynthia Rachid contra Daniel Díaz, entre muchos otros a nivel nacional.
Primero que las re banco y segundo que no dudo en absoluto de lo verosímil de las denuncias porque los conozco a los dos y doy fe que detrás de esas denuncias no hay ninguna maldad sino el hartazgo de soportar el acoso de ellos. Cynthia es mi amiga y a Silvia no la conozco tanto pero no dudo que lo que dicen es real porque conozco las dos campanas. Y no son solo ellos dos, pero bueno…

¿A vos te pasó?
Me ha pasado de recibir acoso, sí. A mí no me pasó a tal punto como a Cynthia porque tengo un carácter de mierda. Pero si en algún momento tuve que poner límites es porque ocurrió. Entiendo también a las que eligieron soportarlo porque hace diez años esta denuncia seguramente terminaba silenciada y con la chica denunciante fuera del medio.

¿A vos te pasó en canal 10 también?
En canal 10 y en todos lados. Siempre que ven que sos nueva y que la estás peleando, se acercan con una simpatía falsa a querer darte una mano supuestamente desinteresada y después pasan la línea. Pasa en todos lados, salvo en la productora en la que estoy ahora, Ideas HD, donde hay otra mentalidad, gente joven, chicos respetuosos y muy cuidadosos.

Dijiste “gente joven” ¿Pensás que el acoso y el machismo es una cuestión generacional?
Totalmente. Los jóvenes ya tienen otra cabeza. Las manifestaciones por femicidios o reclamos de cuestiones de género están encabezadas por jóvenes, muchos de ellos varones. Incluso los compañeros que he tenido en la facultad, que rondan los 20 años, tienen otra consideración por la mujer.

Es decir que a largo plazo, la idiosincrasia o el paradigma cambiaría
Sí, pero tampoco hago leña del árbol caído con la gente grande. Cuando pasó lo del Negro Álvarez (fue cuestionado por chistes machistas y homofóbicos en el festival de Cosquín), la fácil era salir a pegarle. A mí nunca me hizo gracia pero muchos de los que salieron a criticarlo, hace algunos años se cagaban de risa con esos mismos chistes. Algunos quizás se dieron cuenta que ese humor no es gracioso y otros será por hipocresía. Porque hay doble moral: Algunos se sacan la selfie con el cartelito de “Ni una menos” y son tremendos acosadores.

Adiós corazón de arroz

Los piropos en la calle también están bajo la lupa como una forma de acoso ¿Qué opinás?
Escuché a (Alejandro) Dolina, con quien comparto mucho de lo que piensa, decir que era una picardía inofensiva del hombre. Me molestó bastante. A mí nunca me gustaron los piropos, ni siquiera de chica cuando alguien me decía “qué linda que sos”; siempre me irritó.

No existe para vos el piropo respetuoso
No, no existe. En personas que tienen una relación sí, pero de un desconocido en la calle no. Si no me conoce, ¿quién le pidió opinión sobre mi imagen o mi cuerpo? Si me dice algo, está cruzando una línea que no corresponde. Yo he piropeado hombres solo para ver cómo reaccionan y te aseguro que se quieren morir y se sienten mal. Imaginate que eso le pasa habitualmente a una chica desde adolescente e incluso antes.

¿Feminismo pasado de rosca?

En el marco de estos debates, surge un sector que plantea el concepto de “feminazi”, como el de un feminismo fundamentalista, o por lo menos, exagerado ¿qué pensás de eso?
Sí, escuché el concepto. Es un insulto muy grave, un término que surge por no entender lo que es el feminismo. Con buscar en el diccionario la definición de feminismo, ya de por sí no puede ser extremo, porque vega por la igualdad. No existe el feminismo como un antagonismo del machismo en ninguna cultura del mundo.

¿Y para los que dicen que la violencia es bidireccional?
Puede haber una mujer que lo tenga cagando al hombre, eso pasa. Es violencia, pero no es violencia de género. Porque no es una violencia inculcada en la mujer desde su educación, la sociedad, su entorno. Que una mujer maltrate a un hombre puede ocurrir en casos particulares por distintas razones pero no es una construcción cultural, resultado de promover la inferioridad del otro género.

¿La defensa de los derechos de género es una bandera para vos? ¿Es algo que manifiestes en las redes sociales, por ejemplo?
Es un tema delicado y hay mucha agresividad, por eso me cuido un poco. Lo hago cuando siento el impulso y cada vez lo siento más. Además, no me gusta opinar hasta que no conozco un tema en profundidad. Hasta hace poco no tenía una opinión formada sobre el aborto porque mucho tiempo estuve condicionada por la religión.

Por mi culpa y por mi gran culpa

¿Cómo es lo de estar condicionada en tu opinión por la religión?
Fui testigo de Jehová hasta que me separé y eso influye en tu pensamiento.

¿Cómo fue esa parte de tu vida?
Yo acompañaba a mi familia a predicar, practiqué la religión. Ahora solo me queda el respeto por las religiones aun cuando creo que son el primer mal que tiene la humanidad. Creer en algo es muy bueno pero las instituciones religiosas son lo peor. Solo te inculcan que tenés que sentir culpa por cada cosa que te dé felicidad y de juzgar al otro por lo que sea.

¿En qué momento te alejaste?
Yo lo viví con amor en su momento pero después me empecé a cuestionar porque un dios me tiene que decir qué tan larga es la pollera que tengo que usar y si eso me hace mejor o peor persona. El primer paso para liberarme fue dejar de juzgar a otros. Por mí, que la gente haga lo que se le cante dentro del respeto.

Enredada

¿Con las redes sociales se abre una puerta más en tu carrera?
La verdad que sí. Las redes hacen que gente que no me ve en la tele me conozca y a su vez hay gente que me ve en la tele y no en las redes.

¿Los medios tradicionales ya tienen menos repercusión que las redes?
No, yo todavía percibo que la mayoría de los que me conocen es por la tele. La gente de 24 a 35 años me tiene de las redes sociales y esos por ahí ni miran tele. Pero la mayoría de la gente me conoce por el programa, que está en un horario complicado pero aún así se ve mucho.

¿Sos una influencer?
No, no me considero. Me puedo considerar más “influencer” por la influencia de mis seguidores que por la cantidad. Tengo 21 mil seguidores y el 40 por ciento son mujeres. Es una cantidad que, para mi perfil, es mucho. Porque me gusta subir fotos sexis y en esos perfiles más del 80 por ciento de los seguidores suelen ser hombres.

¿La idea de subir fotos hot o sensuales fue también en el marco de construir un perfil que garpa, que atrae seguidores?
No fue pensado, para nada. Siempre he subido este tipo de fotos; desde que me separé y no me conocía nadie. Me gusta la desnudez, las artísticas, con fotógrafo. Eso también me ayudó a abrir mucho la cabeza.

También tenés alguna discusión por ahí… Recuerdo un cruce fuerte con un seguidor tuyo porque te dijo que el pelo corto era poco femenino
Eso me pasa cada tanto. Muchas veces lo ignoro pero a veces siento que tengo que responder. No me molestó que el chabón me dijera que parecía un varón. Me parecía que era momento de blanquear cómo existe para algunos hombres la exigencia de que tenemos que cumplir cierto estereotipo de mujer. Y fue expresado como una orden: “parecés un varón, dejate el pelo largo”, me puso. Según él, yo tenía que ajustarme al estereotipo de lo que se considera mujer y si no lo hago, no soy femenina o soy lesbiana.

La vida es hoy

¿Cuánta vida creés que le queda a la televisión abierta o de cable?
Entiendo que la gente está fanatizada con Netflix pero no es todavía el momento de que la tele desaparezca. Que va hacia una muerte segura, puede ser, pero todavía el primer comunicador es el televisor.

Con lo volátil que es el mundo de la comunicación, ¿cómo te ves de acá a diez años?
No sé qué voy a hacer mañana. Hace cinco años no me imaginaba ni remotamente que iba a estar haciendo tele y redes. No planifico a largo plazo; mi vida cambia cada seis meses.

¿Y te gusta así, aunque sea inestable?
Siempre surgen proyectos nuevos; nunca estaría seis horas de lunes a viernes en una oficina por más que tuve esa oportunidad y eso sí era estable. Pero me muero en ese lugar.
Si sigo haciendo las cosas a paso firme, con seriedad y responsabilidad, creo que van a seguir surgiendo oportunidades. Y como no creo que mi capacidad esté atada a mi apariencia física, me veo vigente por mucho tiempo.

Transgresora y al mismo tiempo sencilla, cambiante pero perseverante, divertida pero reflexiva; Noemí Vanesa Spicher dejó las vacas y el hockey para pasar a las cámaras y las selfies, con el espíritu intacto para enfrentar cada nuevo desafío que se le presenta.