El basquetbolista es un hijo dilecto de General Paz: vecino desde siempre, formado en el Hindú Club desde su infancia y alumno de Escuelas Pías en primaria y secundaria. Hoy es el base de Instituto y, al cierre de esta edición, disputaba la final de la Liga Nacional contra el poderoso San Lorenzo.

Contanos en qué momento estás de tu carrera
En un momento demasiado lindo. Estoy transitando mi primera final en la Liga Nacional… Todo deportista siempre sueña con estos momentos, de jugar una instancia decisiva. Es un momento histórico de un club de Córdoba porque es la primera final para Instituto y al ser cordobés también se genera ese plus, de tener la familia cerca, que te esté acompañando en el deporte que uno practicó desde muy chico.

¿Cuántas temporadas tenés en Liga?
Esta es mi sexta temporada. Fueron tres temporadas y media en Bahía Basquet y dos y media que llevo en Instituto.

Ahora estás consolidado como jugador de Liga, ¿pero en qué momento dijiste “me dedico de lleno al básquet”?
En sexto año de la secundaria todos mis amigos hablaban de la carrera que iban a estudiar. Y cuando me preguntaban a mí realmente no sabía qué responder porque, por un lado me quería dedicar a jugar al básquet pero todavía no sabía cómo se iba a dar. Entonces no sabía si estudiar o jugar… Después surgió la posibilidad de jugar el mundial U19 (sub 19), que se disputó en Praga.

Con la celeste y blanca

¿Cómo fue esa etapa del Mundial?
A poco tiempo de terminar el colegio empecé a entrenar con la preselección. Estuve cinco meses con la selección pero también con muchas dudas sobre mi futuro. Ya tenía algunos ofrecimientos: me estaba buscando gente de Lanús, de Bahía también y había algún sondeo con Atenas. Pero en ese momento tenía la cabeza en la selección y no me animaba a decidir todavía. Al volver, sí le dije a mi papá que quería involucrarme más de lleno en la vida del profesional.

¿Por qué la elección fue Bahía Blanca?
En una charla con mi papá y nuestro representante, el Toro Paladino, decidimos que la mejor opción era esa. Tenía 18 años cuando me fui, a mil y pico de kilómetros, como primera experiencia a meterme de lleno a la vida de un profesional.

De la mano de Pepe Sánchez, un miembro de la Generación Dorada, ex NBA
También estaba Montecchia, Espil, el Sepo Ginóbili… Que estén todos estos monstruos inclinaron la balanza a la hora de decidir dónde ir. Era como ir a una universidad para bases, porque todos ellos, salvo Espil, jugaban en mi posición. La idea de mis primeros años era aprender, crecer y de a poco ir instalándome en la Liga Nacional. Tratar de ganar minutos, rodaje y el roce de competir. Haberme ido a Bahía Blanca en ese momento fue la mejor decisión por todo lo que aprendí.

“Marcalo a Ginóbili”

¿A quién te permitió conocer el básquet que te haya flasheado, deslumbrado?
A Manu Ginóbili. Sebastián, el hermano, era mi técnico y lo trajo para unos entrenamientos de pretemporada. En una práctica, me tocó jugar justo contra él un “uno contra uno”. No lo podía creer, no sabía ni qué decirle. Y también fue una gran experiencia conocer a Hernán Jasen, que fue ídolo en Madrid y en su última temporada en Bahía fuimos compañeros.

¿Por qué volviste a córdoba?
La dirigencia resolvió cortarme a mitad de la cuarta temporada que llevaba allá. No me terminó de quedar claro el motivo porque llegamos a la final de la Liga Sudamericana y no había tenido ningún problema ni con el técnico ni con compañeros.

Ahí descubriste también que la vida del deportista profesional tiene su costado ingrato
Sin duda. La primera reacción es de tristeza y bronca porque yo era el capitán de ese equipo con 21 años y era un equipo joven donde nos llevábamos todos bien. Fue un baldazo de agua fría. Pero con el correr del tiempo uno entiende que el jugador muchas veces para el club es un número.

La etapa gloriosa

¿Y cómo surge Instituto?
La dirigencia de Instituto estaba buscando un base porque justo tenía uno de ellos lesionado. Me enteré al mismo tiempo que me cortaban de Bahía y que estaba la posibilidad de Instituto. No era una mala opción porque era volver a Córdoba y estar cerca de la familia.

Instituto venía de ascender.
Sí, recién estaba en su segunda temporada. En la primera había zafado de los últimos puestos y en esa segunda había mejorado. Después me incorporé yo al plantel y llegamos a play offs. No digo que sea gracias a mí, eh… el equipo ya venía bien de antes (risas).

Pero hoy, para cualquier jugador, Instituto es una propuesta mucho mejor que hace tres años atrás.
Sí, coincido. En aquel tiempo estaba dando sus primeros pasos pero aún así tenían la intención de ser protagonista. El club quería un equipo competitivo: cada año iba mejorando el plantel y hoy está jugando la final de la Liga.

¿Cómo estás viviendo esta final?
Con un poco de ansiedad, de nerviosismo. Me resulta difícil disfrutarlo. Tengo esa competitividad interna que me gusta ganar a todo. Trato de estar concentrado. Anoche ganamos (era el tercer partido, que lo ponía 1-2 a Instituto) pero lo disfruto quince minutos y ya pienso en el próximo.

¿Podés dormir?
Sí, por suerte sí. Pero llega el día del partido y ya empiezan los nervios desde la mañana y sentir esa sensación de querer que pase el día rápido, que llegue la noche y que ya esté la pelota en el aire.

“Tengo esa competitividad de que me gusta ganar a todo. Los triunfos los disfruto quince o veinte minutos y ya pienso en el próximo partido”

Los sueños de pibe

¿Quién era tu referente cuando eras chico?
Los bases que te gustaban No era mucho de mirar la NBA pero cuando lo hacía me gustaba mucho Steve Nash. El loco daba pases de todos los colores; increíble, no había forma de jugar así.

¿Y nacional?
Cuando veía la selección me gustaba Pepe Sánchez y después me gustaba mucho también mi primo, Mati Lescano, aunque no fuera base, pero por lo completo que era: robaba pelotas, anotaba, reboteaba, hacía todo.

Jugaste contra él seguramente varios partidos
Me tocó enfrentarlo en este último tiempo en la final del Torneo Súper 20, contra San Martín de Corrientes. Ganaron ellos y por eso en las últimas navidades ha sido motivo de gastadas ese partido (Risas).

Entre el placer y la obligación

Cuando sos chico el deporte es placer. Ahora de profesional, ¿cuánto pasó a ser laburo, más que diversión?
Al principio es todo disfrutar, hobbie, placer. Hasta que llega el momento en que uno empieza a cobrar plata por esto… Mi primer sueldo lo cobré en Hindú cuando salimos campeones. En ese momento, hice el clic de que pasó a ser un trabajo al que había que darle dedicación, a cuidarme con la alimentación, no poder salir a boliches si tengo partidos cerca… Entrás a un mundo de profesionalismo en el que se acaba la joda.

El básquet te dio mucho pero también te quitó algunas cosas
Es algo que muchas veces la gente no lo ve. Creen que es solamente ir, tirar al aro y cobrar. Me quitó algunos momentos, como juntadas con amigos, salidas a boliches, cumpleaños… Mis amigos salían y yo estaba en San Francisco jugando un torneo con la selección de Córdoba. Que, obviamente, me encantaba participar pero hay que resignar algunas cosas.

Ahora que volviste a Córdoba, mantenés tu grupo de amigos?
Sí, siguen estando, con menor frecuencia por las responsabilidades de cada uno. Pero sigo estando en contacto con ellos. Está Nicolás Picone, Mauri Rochetti, Jere Vega, Gonzalo Arroyo… la banda del cole.

Lo que Escuelas Pías le dejó

Dejanos un párrafo de tu época del colegio.
Yo fui a Las Pías, a primaria y secundaria. Yo tengo el mejor recuerdo. Por mis torneos muchas veces me tenía que ir de Córdoba una semana y siempre me brindaron la oportunidad de tomarme esas licencias deportivas.

¿Algunos profes que te acuerdes?
Sí, del Profe (Alberto) Bianciotto, Laurita Eder, que no la queríamos tanto como vicedirectora pero después cuando pasamos a tenerla como profe fue otra cosa; Daniel Caminos, Clarita Zanín, la Clide…. Hay un montón y nos dejaron un montón de anécdotas (sonríe). A esa edad uno es rebelde y por ahí había choques pero me quedo con los buenos recuerdos y puedo hablar bien de Las Pías.

El barrio tira 

Yo vivía en la Catamarca y ahora estoy en la 24 de septiembre, pero siempre que viví en Córdoba, fue en el barrio. Volví por una cuestión de cercanía. Tengo mi familia que vive acá a tres cuadras, mi abuela en Juniors, mis amigos cerca. Siempre me gustó tener a pocas cuadras el colegio, el club… Siempre me gustó acá… Recorrer sus cuadras y saber que los comerciantes te conozcan, que los vecinos te saluden… Ese espíritu de barrio me gusta.

El futuro

¿Hasta cuándo tenés contrato en Instituto?
Ahora se me acaba al terminar las finales.

¿Tenés ganas de seguir?
Me han ofrecido renovar. Estoy super cómodo en Instituto pero todavía no he tomado la decisión.

¿Hay otras propuestas?
Sí, pero nada concreto. Mi representante me habló de otros clubes de Argentina, uno de Brasil y una posibilidad de Italia. Pero no hay nada formal, solo me los mencionó.

¿Dónde te ves de acá a cinco años?
Me gustaría estar jugando en una liga europea… Me seduce mucho más Europa que Estados Unidos. Italia o España, saltando el charco (sonríe).

A sus 24 años, Gastón está quizás en el mejor momento de su carrera deportiva. Miembro de una familia donde se respira básquet, el pibe de barrio General Paz hoy no tiene techo y sueña con un futuro del otro lado del Atlántico.

 

Papá orgulloso

Rubén Whelan fue por muchos años el presidente de Hindú, el club de calle Sarmiento donde se formó Gastón. Sin ocultar su emoción, nos dejó su testimonio por el momento que está viviendo su hijo como basquetbolista profesional.

“Para nosotros es una alegría inmensa que Gastón esté transitando este momento, una felicidad plena para una familia tan vinculada al básquet como la nuestra. Que él alcance esta oportunidad es algo soñado”, dice Rubén.

“También reconocemos en él el esfuerzo que hace porque uno siempre mira las mieles del éxito cuando se llega a una final pero para llegar a ese momento hay que transitar un camino arduo y de soledad en muchos casos”, agrega Whelan.

“Siempre tratamos nosotros de que disfrute el momento que está transitando: esta oportunidad única de jugar una final, representando a Córdoba a través de Instituto y eso es motivo de orgullo. Solo le deseo que, a pesar de la instancia que está pasando, nunca deje de disfrutar, divertirse y de vivir el momento”, concluye el papá.